En 2020, Oregón hizo historia al aprobar la Ballot Measure 109, convirtiéndose en el primer estado de EE.UU. en legalizar el uso terapéutico de psilocibina, el compuesto activo de los hongos alucinógenos. Sin embargo, cinco años después, una gran mayoría de jurisdicciones locales han optado por prohibir estas clínicas dentro de sus límites. Esta paradoja es evidente: Oregón prohíbe la psilocibina en la mayoría de sus territorios, pese a haberla legalizado a nivel estatal.
La Ballot Measure 109
La Ballot Measure 109 (Medida Electoral 109) fue una iniciativa ciudadana que se aprobó en el estado de Oregón (EE. UU.) en noviembre de 2020 con el 55.7% de los votos. Esta medida convirtió a Oregón en el primer estado del país en legalizar el uso terapéutico de la psilocibina, el compuesto psicoactivo presente en los hongos alucinógenos. Pero a pesar de este avance, Oregón prohíbe la psilocibina en múltiples condados, impidiendo que muchas personas puedan acceder a estos tratamientos.
La Ballot Measure 109 autoriza el uso de psilocibina en un entorno terapéutico regulado, siempre bajo la supervisión de facilitadores capacitados. No se exige que los participantes tengan un diagnóstico médico específico, lo que permite que personas interesadas en mejorar su bienestar emocional puedan acceder a estas sesiones. Eso sí, el uso está estrictamente limitado al ámbito terapéutico y no se permite el consumo recreativo ni la venta libre de psilocibina, como ocurre en algunos estados con el cannabis.
La regulación del programa está en manos de la Oregon Health Authority, que se encarga de supervisar todo el proceso: desde la producción de la sustancia hasta su administración en centros autorizados.
El principal objetivo de la Ballot Measure 109 fue ofrecer una alternativa terapéutica basada en los hongos psicodélicos en terapias, para tratar afecciones como depresión, ansiedad, estrés postraumático y otros problemas de salud mental, especialmente cuando los tratamientos convencionales no funcionan.
Aunque se permite el uso bajo supervisión terapéutica, Oregón prohíbe la psilocibina en numerosos municipios mediante ordenanzas locales. Esto limita el alcance del programa, creando un sistema que, en la práctica, es mucho más restrictivo de lo que parecía al principio.
La opción de «Opt-Out»
La medida incluyó una cláusula que permitía a ciudades y condados prohibir las clínicas mediante ordenanzas locales. Este mecanismo se añadió para ganar apoyo político, especialmente en áreas conservadoras donde existía escepticismo hacia los psicodélicos. Así, Oregón prohíbe la psilocibina en casi un 70% de su territorio gracias a estas decisiones locales. Los argumentos en contra incluyen preocupaciones por la seguridad pública, la falta de estudios a largo plazo y el temor a un posible uso recreativo.
El papel de la Oregon Psilocybin Services (OPS)
La OPS, dependiente de la Autoridad de Salud de Oregón, regula el funcionamiento de las clínicas autorizadas, pero su trabajo se ve limitado porque Oregón prohíbe la psilocibina en muchas áreas. Aunque existen requisitos estrictos para garantizar la seguridad del proceso, la mayoría de los condados ha optado por no permitir estos centros.
Tras la aprobación de la medida en 2020, se fijó un período de desarrollo de dos años durante el cual la Oregon Health Authority (OHA) y el Oregon Psilocybin Advisory Board trabajaron en la creación de regulaciones y sistemas para la administración de psilocibina. Desde enero de 2023, se comenzaron a emitir licencias para facilitadores y centros de servicio, permitiendo que adultos mayores de 21 años accedan a sesiones supervisadas de hongos psicodélicos en terapias sin necesidad de un diagnóstico médico específico.
Situación actual
Este 2025, la implementación de la Ballot Measure 109 en Oregón ha seguido avanzando, y se ha establecido un marco regulatorio pionero para el uso de hongos psicodélicos en terapias. En enero de 2025, la OHA implementó revisiones a las reglas del programa, lo que afectó a varios aspectos operativos y aumentó los costos asociados para los proveedores de servicios. Además, se presentó el proyecto de ley HB 2387, que propone permitir que profesionales médicos licenciados participen directamente en la supervisión de terapias con psilocibina, facilitando una integración más fluida de los hongos psicodélicos en terapias dentro del sistema de salud mental .
A pesar de los avances a nivel estatal, algunas ciudades y condados de Oregón han optado por prohibir temporal o permanentemente las empresas relacionadas con la psilocibina. En noviembre de 2024, al menos 16 jurisdicciones votaron a favor de restringir estas actividades. Por tanto, aunque el estado ha legislado a favor de las terapias con psilocibina, Oregón prohíbe la psilocibina en la mayoría de sus comunidades por decisión de sus propios ciudadanos.
Casi un 70% prefiere prohibir las clínicas de psilocibina
Este porcentaje se refiere a las ciudades y condados que han vetado las clínicas de psilocibina. Según datos de 2023, más de 100 municipalidades y 25 condados (de un total de 36 en el estado) han decidido prohibir este tipo de centros. Entre las áreas que sí permiten las clínicas destacan Portland, Eugene y algunas zonas rurales con menor densidad poblacional. Esto significa que, aunque el estado aprobó la medida, la mayoría de sus habitantes tendrán que viajar largas distancias para acceder al tratamiento.
La fragmentación geográfica dificulta la implementación de la Ballot Measure 109, y esto crea un acceso desigual. Mientras algunos residentes urbanos podrán acceder a la terapia con relativa facilidad, aquellos en zonas rurales o conservadoras quedan excluidos. Además, esta disparidad podría aumentar los costos y limitar la investigación sobre los beneficios terapéuticos de la psilocibina.
Perfil de los ciudadanos que se oponen
El perfil de la población que se opone al uso terapéutico de psicodélicos suele ser bastante variado, pero hay ciertos rasgos comunes que se repiten en estudios sociológicos y encuestas realizadas en Estados Unidos y otros países donde se están legalizando o despenalizando estas terapias:
Personas mayores
Este grupo tiende a tener una visión más conservadora respecto a las drogas, en parte por haber crecido durante épocas de fuerte propaganda antidrogas (como la “guerra contra las drogas” en EE.UU.). Muchas veces asocian los psicodélicos con el consumo recreativo descontrolado de los años 60-70, más que con la ciencia actual.
Sectores religiosos tradicionales
Algunas comunidades religiosas conservadoras rechazan el uso de psicodélicos por razones morales o espirituales. Consideran que alterar la conciencia, aunque sea con fines terapéuticos, va contra sus creencias. También hay rechazo si sienten que se está trivializando el sufrimiento o sustituyendo la fe por sustancias.
Población rural o de zonas menos urbanizadas
En muchas zonas rurales (como ocurre en varios condados de Oregón), hay mayor desconfianza hacia políticas progresistas en salud mental, especialmente si se perciben como “experimentos” sin suficiente control. También influye el estigma hacia el uso de cualquier sustancia que históricamente haya sido considerada ilegal.
Personas con ideología política conservadora
A menudo, quienes se identifican con partidos conservadores tienen más reticencias hacia las políticas de legalización, ya sea por razones de seguridad, orden público o porque consideran que estas medidas “normalizan” el consumo de drogas.
Padres y madres preocupados por los jóvenes
Algunos sectores familiares, aunque no se opongan al uso en adultos con necesidades terapéuticas, temen que la legalización pueda mandar “mensajes equivocados” a adolescentes o normalizar el uso en contextos no supervisados.
Moral panic
Muchas de las personas que se oponen no lo hacen por lo que realmente autoriza la ley, sino por lo que temen que podría pasar después. Es decir, no están rechazando el uso médico supervisado en pacientes con depresión resistente o trauma, sino una imagen mental asociada a descontrol, abuso o pérdida de valores sociales. En ese sentido, sí, puede decirse que hay un componente de temor simbólico.
La reacción es parecida a lo que pasó hace unos años con el cannabis medicinal: mucha gente creía que abrir la puerta al uso médico era un paso encubierto hacia el desmadre recreativo. Se mezcla lo emocional con lo ideológico, y ahí ya no importan tanto los estudios clínicos, ni los protocolos éticos, ni los contextos de uso.
En psicología social se habla de “moral panic”: cuando un grupo percibe una amenaza cultural que no necesariamente está basada en hechos reales, pero que toca fibras sensibles. En este caso, los psicodélicos despiertan miedos muy arraigados, como la pérdida del control, el daño a los jóvenes, o el “desorden moral”.
Desafíos que enfrentan las clínicas de psilocibina
Algunos defensores de la psilocibina argumentan que las prohibiciones locales violan el espíritu de la Ballot Measure 109. Aunque aún no hay demandas importantes, podrían surgir conflictos legales si se demuestra que estas restricciones impiden el acceso a un tratamiento de salud mental avalado por el estado.
Mientras tanto, las primeras clínicas se están abriendo principalmente en Portland, Eugene y Bend, ciudades con mayor apertura hacia políticas progresistas. Estas áreas tienen una demografía más joven y urbana, con una actitud más favorable hacia tratamientos alternativos.
Los pacientes pasarán por un proceso riguroso: evaluación psicológica, sesiones de preparación, administración supervisada de psilocibina y sesiones de integración posterior. Todo el tratamiento está diseñado para minimizar riesgos y maximizar beneficios terapéuticos. Se estima que un ciclo completo de terapia podría costar entre 1.500 y 3.500 dólares, un precio prohibitivo para muchos. Por ahora, los seguros no cubren estos tratamientos, aunque algunas clínicas están intentando ofrecer programas de asistencia financiera.
Perspectivas de futuro
A pesar de las restricciones, se espera que la demanda crezca, especialmente entre pacientes con depresión resistente, PTSD y ansiedad terminal. Sin embargo, el acceso seguirá siendo un desafío para quienes viven en zonas prohibidas.
Estudios recientes sugieren que la psilocibina puede ser efectiva en el tratamiento de trastornos mentales complejos. Las prohibiciones locales podrían privar a miles de personas de una alternativa prometedora, especialmente en áreas con altas tasas de suicidio y adicciones.
Los defensores argumentan que la psilocibina es una herramienta terapéutica segura y revolucionaria. Los opositores, en cambio, temen que su legalización lleve a un uso indebido o afecte la salud pública. Es posible que, si las primeras clínicas demuestran eficacia y seguridad, algunas jurisdicciones den marcha atrás. Pero por ahora, la realidad es que Oregón prohíbe la psilocibina en más lugares de los que permite su uso, generando desigualdad y frustración entre los pacientes.
Oregón es pionero en EE.UU., pero otros estados, como Colorado, están siguiendo pasos similares. A diferencia de Canadá, donde algunos psicodélicos ya se usan en contextos médicos, EE.UU. avanza con cautela.