En los últimos años, el debate sobre la despenalización de sustancias psicodélicas ha ganado fuerza en Estados Unidos. En este marco, Ann Arbor despenaliza los hongos psicodélicos, sumándose a una tendencia nacional que busca replantear el enfoque sobre estas sustancias. La medida no llega de forma aislada, sino como parte de un movimiento más amplio que reconoce el potencial terapéutico de los psicodélicos y cuestiona los efectos negativos de su criminalización.
¿Qué significa la despenalización en Ann Arbor?
Cuando se dice que Ann Arbor, Michigan, despenaliza los hongos psicodélicos, no se trata de una legalización completa, sino de una medida que reduce las sanciones por posesión y uso personal.
Muchas veces se confunde con “legalizar” y no son lo mismo. Despenalizar significa que una conducta deja de ser perseguida como delito, o bien se convierte en una prioridad baja de intervención para las autoridades, pero no implica que sea legal ni que esté regulada. Es decir, la policía no va a ir detrás de alguien solo por tener o usar estas sustancias, y no se destinarán recursos públicos a arrestar, procesar o enjuiciar a personas por ello.
Pero ojo, eso no significa que sea legal a nivel estatal o federal. Técnicamente, sigue siendo ilegal según las leyes del estado de Míchigan y del gobierno de Estados Unidos. Simplemente, las autoridades locales han decidido no hacer cumplir esas leyes dentro de la ciudad, salvo que haya circunstancias agravantes (por ejemplo, venta a menores, actividad comercial organizada, o delitos asociados como violencia o tráfico).
El movimiento a nivel nacional
Ann Arbor no es la primera ciudad en tomar este camino. Denver, Oakland y Santa Cruz ya habían adoptado políticas similares, mientras que Oregón se convirtió en el primer estado en legalizar el uso terapéutico de psilocibina en 2020. La buena noticia de que Ann Arbor despenaliza los hongos psicodélicos refleja un cambio cultural más amplio, donde la ciencia y la justicia social están impulsando reformas en las políticas de drogas. Técnicamente siguen siendo ilegales a nivel estatal y federal, pero en la práctica, esta decisión representa un paso enorme hacia una política más tolerante y basada en la ciencia.
Lo interesante es que Ann Arbor despenaliza los hongos psicodélicos no como un gesto simbólico, sino como una respuesta a una demanda social bien articulada que busca transformar la manera en la que entendemos estas sustancias.
Los argumentos a favor de la despenalización
Una de las razones más potentes por las que Ann Arbor despenaliza los hongos psicodélicos tiene que ver con el avance de la ciencia.
- Investigaciones publicadas en revistas médicas de alto prestigio como The Lancet o JAMA Psychiatry han mostrado resultados prometedores del uso de psilocibina en el tratamiento de la depresión resistente, el trastorno de estrés postraumático, la ansiedad en pacientes terminales e incluso las adicciones. Esto ha llevado a que la FDA clasifique la psilocibina como “terapia innovadora”, lo que acelera su estudio clínico.
- También hay un componente de justicia social. Las leyes sobre drogas, durante décadas, han afectado de forma desproporcionada a comunidades racializadas. Que Ann Arbor despenaliza los hongos psicodélicos puede interpretarse como un intento de corregir parte de esa desigualdad histórica.
- En cuanto a la salud pública, el enfoque cambia radicalmente cuando desaparece la criminalización. Se abre la puerta a la educación, la reducción de daños y el acompañamiento terapéutico.
- Y, por supuesto, está el argumento de la autonomía personal: ¿quién tiene derecho a decirle a un adulto que no puede explorar su conciencia de forma segura?
- Y no menos importante, que Ann Arbor despenalice los hongos psicodélicos también tiene un componente práctico. Al liberar a la policía y al sistema judicial de perseguir delitos relacionados con estas sustancias, se pueden destinar más recursos a problemas que realmente afectan la seguridad ciudadana.
Detalles de la despenalización en Ann Arbor
En términos concretos, la despenalización abarca a todas las plantas y hongos considerados enteógenos naturales, siempre que no sean procesados de forma sintética. La posesión para uso personal, el cultivo doméstico y el intercambio entre adultos pasan a ser prácticas no perseguidas.
Aunque Ann Arbor despenaliza los hongos psicodélicos, eso no significa que sean legales a nivel estatal ni federal. Si la policía estatal o federal decide actuar, todavía podrían aplicarse sanciones. Sin embargo, dentro de los límites de la ciudad, el riesgo es mínimo, y eso ya marca una diferencia importante.
La medida fue impulsada por un grupo de ciudadanos organizados bajo el nombre de Decriminalize Nature Ann Arbor. La propuesta fue presentada ante el Consejo Municipal, donde se aprobó de forma unánime en septiembre de 2020. Desde entonces, el lema Ann Arbor despenaliza los hongos psicodélicos ha sido utilizado como bandera por colectivos que quieren replicar esta experiencia en otras ciudades.
En cuanto a las autoridades, tanto la policía local como la fiscalía del condado han expresado su apoyo o, al menos, su voluntad de respetar la nueva normativa. No hay intención de utilizar recursos públicos en la persecución de usuarios de estas sustancias.
Estos son los hongos y plantas psicodélicas que se han despenalizado:
- Psilocybe cubensis (y otras especies del género Psilocybe).
- Panaeolus cyanescens.
- Gymnopilus spp.
- Copelandia spp.
- Ayahuasca (mezcla que contiene Banisteriopsis caapi y Psychotria viridis).
- Iboga (Tabernanthe iboga, contiene ibogaína).
- Peyote (Lophophora williamsii).
- San Pedro (Echinopsis pachanoi, también conocido como wachuma).
- Salvia divinorum (contiene salvinorina A).
- Datura spp. (aunque tiene toxicidad alta, también está en la lista por su uso tradicional en rituales).
Ventajas colaterales
La medida cubre principalmente la posesión de hongos con psilocibina y otras plantas enteógenas en cantidades personales. No se aplica a la venta o distribución comercial, lo que mantiene ciertos controles.
- La decisión fue impulsada por activistas y aprobada por el consejo municipal después de un amplio debate. Grupos como Decriminalize Nature Ann Arbor jugaron un papel crucial en educar a los funcionarios y al público sobre los beneficios de esta reforma.
- Respecto a la seguridad pública, no hay evidencias de que la despenalización haya generado un aumento en la delincuencia en otras ciudades. En Denver, por ejemplo, los datos policiales no mostraron ningún repunte significativo tras la medida. Por otra parte, los defensores argumentan que la despenalización permite un diálogo más abierto sobre uso seguro.
- Un aspecto muy positivo es el impacto que podría tener en la investigación científica. Con menos trabas legales, los investigadores de universidades como la University of Michigan podrían empezar a investigar de forma más directa los beneficios terapéuticos de estos compuestos.
- También hay una dimensión económica que no se puede ignorar. Que Ann Arbor despenalice los hongos psicodélicos podría atraer a personas interesadas en los psicodélicos desde una perspectiva terapéutica, espiritual o incluso turística. Esto podría traducirse en ingresos para la economía local, aunque también requiere una regulación cuidadosa para evitar abusos.
- En cuanto a la percepción social, uno de los efectos más interesantes podría ser la normalización del discurso en torno a estas sustancias. Al dejar de tratarse como un tabú, se empieza a hablar de forma más abierta y con menos prejuicios.
Voces y perspectivas
Durante el proceso de aprobación, varios miembros del Consejo Municipal se posicionaron públicamente a favor. Jeff Hayner, uno de los concejales que impulsó la resolución, argumentó que la decisión estaba alineada con los valores de Ann Arbor como ciudad progresista y comprometida con los derechos individuales. En sus palabras: “No estamos legalizando, simplemente estamos decidiendo que nuestros recursos no se van a gastar en perseguir a personas que usan plantas con fines personales o espirituales”.
Desde el movimiento Decriminalize Nature, muchos activistas celebraron la decisión como un paso histórico. Uno de ellos, Julianne Vail, afirmó en una entrevista que “la verdadera revolución es la conciencia, y hoy Ann Arbor ha elegido no criminalizarla”.
La policía local, por su parte, emitió un comunicado breve indicando que respetarán la resolución y que adaptarán sus prioridades operativas. Expertos en salud mental y drogodependencias de la ciudad han apoyado la medida como un cambio de paradigma hacia políticas más humanas. También hubo vecinos que mostraron reservas. Algunos expresaron su preocupación por una posible banalización del consumo, especialmente entre los más jóvenes. Sin embargo, la mayoría de las voces recogidas en foros públicos se mostraron a favor o al menos abiertos a observar cómo evoluciona la medida.
Ahora que Ann Arbor despenaliza los hongos psicodélicos, la pregunta es: ¿y ahora qué? Algunos ya están hablando de impulsar una medida similar a nivel estatal. Otros ven esto como un paso hacia una legalización completa en el futuro, al menos para el uso terapéutico supervisado.
La influencia de Ann Arbor
A pesar de que Ann Arbor no es una metrópolis como Nueva York o Los Ángeles, sí tiene un peso simbólico e histórico muy potente en Estados Unidos, especialmente cuando hablamos de activismo, política progresista y movimientos de reforma. Es una ciudad universitaria —es la sede de la Universidad de Míchigan— y eso la convierte en un foco de pensamiento crítico, investigación avanzada y experimentación política. Así que sí, aunque no lo parezca a primera vista, que Ann Arbor despenalice los hongos psicodélicos tiene un impacto mayor del que uno podría imaginar.
Ya ocurrió antes. En los años 70, Ann Arbor fue una de las primeras ciudades en suavizar las penas por posesión de cannabis, mucho antes de que el debate se generalizara. Con el tiempo, otras ciudades y estados fueron siguiendo ese camino, y lo que en su momento parecía un gesto simbólico, acabó marcando tendencia. Lo mismo está empezando a pasar ahora con los psicodélicos.
Además, al estar en el estado de Míchigan —un estado que ha legalizado el cannabis y que tiene un panorama político cambiante—, la decisión de Ann Arbor podría influir en otras ciudades del estado. Y si esto se combina con la presión ciudadana, los avances científicos sobre terapias psicodélicas y los ejemplos ya consolidados de lugares como Denver, Oakland o el estado de Oregón, se va generando un efecto rebote que va más allá de lo local.
Por supuesto, no será un camino fácil. Todavía hay marcos legales federales que podrían chocar con estas políticas locales. Y no todos los sectores políticos están dispuestos a aceptar esta transformación sin resistencias. Pero el precedente está ahí, y cada vez más ciudades se suman al movimiento.