En septiembre de 2022, San Francisco despenaliza los psicodélicos y se une así a Oakland y Santa Cruz en un movimiento audaz: despenalizar el uso y posesión de psicodélicos naturales como la psilocibina (hongos mágicos) y el DMT. La decisión, más simbólica que legal, encajaba en la tradición contracultural de la ciudad y alimentaba la esperanza de un cambio más amplio en California. Un año después, el estado parecía dar un paso histórico: la Legislatura aprobó el Senate Bill 58 (SB 58), que buscaba despenalizar estos compuestos a nivel estatal. Pero en octubre de 2023, el gobernador Gavin Newsom vetó la ley, dejando en suspenso lo que muchos consideraban el inicio de una nueva «época dorada» para los psicodélicos.
Esta es la crónica de un avance truncado, un reflejo de la tensión entre el creciente interés terapéutico en estas sustancias y las cautelas políticas que frenan su aceptación legal.
San Francisco despenaliza los psicodélicos: el movimiento local y la sombra de la contracultura
San Francisco no es ajena a los movimientos psicodélicos. En los años 60, fue epicentro de la revolución de la LSD, con figuras como Timothy Leary y el Verano del Amor. En 2022, la Junta de Supervisores aprobó una resolución para dejar en mínima prioridad el enjuiciamiento por posesión de enteógenos, siguiendo los pasos de Oakland (2019) y Santa Cruz (2020). Con esa resolución, San Francisco despenaliza los psicodélicos y vuelve a colocarse en la vanguardia de la reforma de drogas en EE. UU.
Estas medidas, aunque no cambiaban la ley estatal, enviaban un mensaje claro: la guerra contra las drogas, especialmente contra sustancias con potencial terapéutico, estaba perdiendo apoyo.
Los argumentos a favor: ciencia, libertad y justicia
El movimiento para despenalizar los psicodélicos naturales en California se sustenta en tres pilares fundamentales: los avances científicos que respaldan su potencial terapéutico, la defensa de las libertades individuales y la necesidad de corregir injusticias sociales derivadas de décadas de prohibición. Es en este ambiente donde San Francisco despenaliza los psicodélicos, no solo como gesto político, sino como respuesta a una creciente evidencia científica.
El potencial terapéutico: una revolución en salud mental
En los últimos años, prestigiosas instituciones como la Universidad Johns Hopkins, el Imperial College de Londres y la Universidad de California en Berkeley han publicado estudios que demuestran la eficacia de sustancias como la psilocibina, el DMT y la mescalina para tratar diversos trastornos mentales. Estos compuestos, utilizados en entornos controlados y con supervisión profesional, han mostrado resultados prometedores en casos de depresión resistente a los tratamientos convencionales, reduciendo síntomas durante meses con apenas una o dos sesiones terapéuticas. Estas investigaciones coinciden con el momento en que San Francisco despenaliza los psicodélicos, generando sinergias entre ciencia y políticas públicas.
Veteranos de guerra y víctimas de trauma han experimentado mejorías significativas en sus síntomas de trastorno de estrés postraumático (TEPT) tras terapias asistidas con psicodélicos. Además, se han documentado avances en el tratamiento de adicciones, particularmente con alcohol y tabaco, así como una notable reducción de la ansiedad en pacientes terminales, ayudándoles a enfrentar el miedo a la muerte con mayor serenidad. El reconocimiento de este potencial por parte de la FDA, que otorgó a la psilocibina la designación de «terapia innovadora», refuerza el argumento de que estas sustancias merecen un marco legal que permita su uso responsable.
Reducción de daños: una alternativa más segura
Comparados con otras sustancias como los opioides, el alcohol o la cocaína, los psicodélicos clásicos presentan un perfil de riesgo considerablemente más bajo. No generan dependencia física, su toxicidad es mínima y no existen registros de muertes por sobredosis en dosis normales. La despenalización no solo evitaría el consumo de productos adulterados al reducir el mercado negro, sino que también facilitaría la implementación de programas de educación sobre uso responsable, enfoque que ha demostrado ser más efectivo que la criminalización.
Libertad cognitiva: el derecho a explorar la conciencia
Organizaciones como Decriminalize Nature y la Beckley Foundation defienden el principio de «libertad cognitiva», argumentando que los adultos deberían tener autonomía sobre sus estados mentales. Este concepto sostiene que el gobierno no tiene legitimidad para criminalizar experiencias subjetivas que no dañan a terceros, especialmente cuando existen tradiciones culturales y espirituales milenarias asociadas al uso de estas sustancias. En un estado como California, cuna de movimientos contraculturales y pionero en derechos individuales, este argumento ha encontrado especial resonancia.
Justicia social: reparar los daños de la guerra contra las drogas
La prohibición de los psicodélicos ha tenido un impacto desproporcionado en comunidades marginadas. Los datos muestran que las personas de color son arrestadas con mayor frecuencia por posesión de estas sustancias, a pesar de que su consumo se distribuye de manera más uniforme entre todos los grupos raciales. La despenalización representaría un paso hacia la corrección de estas desigualdades, permitiendo redirigir recursos del sistema penal hacia la educación y la salud mental, al tiempo que se reconoce el uso tradicional de estas sustancias en ceremonias indígenas.
Reconocimiento del uso ancestral
Muchos de estos compuestos tienen profundas raíces en prácticas ceremoniales de diversas culturas. Los hongos psilocibios han sido parte integral de rituales mesoamericanos durante siglos, el peyote ocupa un lugar central en la Native American Church, y la ayahuasca sigue siendo fundamental en tradiciones amazónicas. La criminalización de estas sustancias no solo ha obstaculizado su uso espiritual legítimo, sino que ha sido interpretada como una forma de represión cultural. Su despenalización supondría un acto de respeto hacia estas tradiciones ancestrales.
La Ley SB 58: el gran paso legislativo y su significado histórico
El Senate Bill 58 (SB 58), presentado por el senador estatal Scott Wiener en diciembre de 2022, representó el intento más serio hasta la fecha de transformar radicalmente el estatus legal de los psicodélicos naturales en California. Esta iniciativa legislativa no surgió de forma aislada, sino como culminación de un movimiento creciente que había ido ganando terreno primero a nivel municipal y luego en la conciencia pública.
La SB 58 proponía la despenalización – no legalización – de la posesión y uso personal de cantidades específicas de ciertas sustancias psicodélicas naturales:
- Psilocibina y psilocina (compuestos activos en los llamados «hongos mágicos»).
- DMT (principio activo de la ayahuasca).
- Mescalina (excluyendo expresamente las limitaciones en el peyote, por su importancia cultural para las comunidades nativas americanas).
Las cantidades despenalizadas eran modestas: hasta 1 gramo de DMT, 15 gramos de hongos psilocibios y 2 gramos de mescalina pura. La ley no permitía la venta comercial ni el cultivo a gran escala, manteniendo estas sustancias en un limbo similar al que tuvo el cannabis en California antes de su plena legalización.
El proyecto de ley tuvo que superar numerosos obstáculos como versiones previas fallidas, varias modificaciones y audiencias muy emotivas en el Capitolio de personas en situaciones graves de salud que habían encontrado alivio en estas sustancias. Curiosamente, la ley consiguió el respaldo tanto de progresistas como de algunos republicanos libertarios, algo insólito en la polarizada política californiana.
El 7 de septiembre de 2023, tras meses de debates, la Legislatura de California aprobó finalmente la SB 58 con 21 votos a favor y 16 en contra en el Senado, y 42 votos a favor y 11 en contra en la Asamblea. Estos resultados, especialmente el amplio margen en la cámara baja, mostraban un cambio cultural realmente llamativo. Como señaló el senador Wiener: «Hoy California ha reconocido lo que la ciencia nos viene diciendo: estas sustancias no son drogas peligrosas sino herramientas poderosas para la sanación mental».
El veto de Newsom
Solo un mes después, el 7 de octubre de 2023, el gobernador Gavin Newsom sorprendió a propios y extraños al anunciar su veto a la SB 58, la ley que habría despenalizado los psicodélicos naturales en California. La decisión llegó en el último día posible para firmar o rechazar la legislación, tras semanas de intenso cabildeo por ambas partes. El movimiento pro-psicodélicos, que ya celebraba lo que consideraban una victoria segura, recibió el golpe como un balde de agua fría.
En su mensaje de veto, Newsom reconoció el «prometedor potencial terapéutico» de estas sustancias, pero esgrimió tres preocupaciones clave. Primero, insistió en la necesidad de establecer «directrices médicas y de tratamiento claras» antes de cualquier despenalización. Segundo, manifestó inquietud por la falta de «salvaguardias para prevenir el mal uso». Y tercero, aunque apoyaba la investigación médica, consideró prematuro permitir el uso personal sin supervisión profesional.
El gobernador sugirió un camino alternativo: esperar a que la FDA aprobara estos compuestos como medicamentos, siguiendo el modelo de los antidepresivos convencionales. «California debería aprender de la experiencia con el cannabis», escribió, en referencia a los desafíos regulatorios que siguieron a su legalización recreativa.
Las reacciones inmediatas
El senador Scott Wiener, principal impulsor de la ley, calificó el veto de «oportunidad perdida para ayudar a millones de californianos que sufren». Por su parte, organizaciones como Decriminalize Nature acusaron a Newsom de ceder ante presiones políticas en un año electoral.
En el bando opuesto, grupos como Smart Approaches to Marijuana celebraron la decisión, argumentando que evitaba «repetir los errores» de la legalización del cannabis. Las asociaciones médicas mostraron reacciones divididas: mientras algunos psiquiatras apoyaron el veto por cautela, otros terapeutas especializados lo criticaron como un freno al avance científico.
El modelo de legalización recreativa del cannabis (aprobado en 2016 con la Propuesta 64) avanzó sin contar con estudios concluyentes sobre dosificación segura, interacciones médicas o efectos a largo plazo. Newsom parece querer evitar esto con los psicodélicos, exigiendo primero una estructura terapéutica clara. Pese a la legalización, California sigue luchando contra el mercado ilegal de cannabis (que representa el 60% de las ventas según algunas estimaciones). La SB 58 no creaba un marco comercial, pero críticos temían que la despenalización generara un «efecto goteo» hacia mercados informales de hongos o ayahuasca.
La experiencia con el cannabis también mostró un aumento de visitas a urgencias por consumo accidental en niños (por comestibles mal etiquetados); dificultades para establecer estándares de potencia y pureza y preocupación por el impacto en adolescentes, aunque los psicodélicos tienen menor riesgo de uso recreativo frecuente.
Newsom parece haber priorizado la precaución política sobre la evidencia científica. Como dijo el Dr. Bronner (activista pro-psicodélicos): «Comparar hongos con cannabis es como comparar paracetamol con fentanilo». Curiosamente, el veto llegó semanas después de que la administración Biden emitiera directrices para acelerar los estudios con psicodélicos, creando una aparente contradicción entre el gobierno federal y el estatal.
El impacto concreto en el terreno
Aunque el veto mantuvo la prohibición estatal, su efecto práctico varió según las localidades. En San Francisco, Oakland y Santa Cruz – donde ya existían políticas de baja prioridad – poco cambió para los usuarios. Sin embargo, en el resto del estado, la posesión siguió siendo técnicamente punible, aunque los fiscales distritales rara vez presentaban cargos por cantidades personales.
El mayor perjuicio, según activistas, fue frenar el acceso a terapias prometedoras para condiciones mentales graves. Mientras Oregón y Colorado avanzaban con modelos regulados, California quedaba atrás en lo que muchos consideran la próxima frontera de la reforma de drogas.
Una puerta entreabierta
En un giro significativo, Newsom dejó una ventana de esperanza. Su mensaje incluía un encargo explícito al Departamento de Salud para que desarrollara «un marco para el uso terapéutico regulado», sugiriendo posible legislación futura. Esta ambivalencia – rechazar la despenalización pero apoyar las aplicaciones médicas – reflejaba la compleja posición de muchos demócratas ante el tema.
Para los observadores, el veto no marcó el fin del debate, sino su transformación. La pregunta ya no era si California regularía los psicodélicos, sino cuándo y bajo qué condiciones. Como señaló el Los Angeles Times: «Newsom no dijo ‘no’, dijo ‘todavía no'».
Un paisaje legal fragmentado
Tras el veto de Newsom a la SB 58, California quedó sumida en una extraña dualidad jurídica. Mientras el estado mantiene la prohibición general, ciudades como San Francisco, Oakland y Santa Cruz continúan aplicando sus políticas de baja prioridad para el uso personal de psicodélicos naturales. Esto ha creado un mosaico regulatorio donde la misma conducta puede ser ignorada por la policía en una ciudad y potencialmente sancionada en el condado vecino.
En la práctica, los fiscales distritales rara vez presentan cargos por posesión de pequeñas cantidades, pero la falta de un marco legal claro ha dejado en el limbo a terapeutas e investigadores. Mientras tanto, estados como Oregón y Colorado avanzan con modelos regulados, atrayendo incluso a californianos que viajan para acceder a terapias legales con psilocibina.
El camino terapéutico como alternativa
El veto de Newsom no fue un rechazo absoluto. El gobernador dejó una puerta abierta al encargar al Departamento de Salud de California que desarrolle «un marco para el uso terapéutico regulado» en un futuro cercano. Esta vía médica, similar a la que siguió el cannabis en sus inicios, podría convertirse en el nuevo enfoque legislativo. Ya hay señales concretas en esta dirección:
- El senador Scott Wiener prepara una nueva versión de la SB 58 centrada exclusivamente en aplicaciones clínicas
- Empresas como Compass Pathways y MAPS realizan ensayos en California para la aprobación de terapias con psilocibina y MDMA
- Hospitales universitarios como UCSF y UCLA expanden sus programas de investigación psicodélica
Presiones contradictorias en el horizonte
El movimiento pro-psicodélicos enfrenta un escenario complejo. La FDA no aprueba todavía el uso clínico de la psilocibina, pero la considera una terapia prometedora para ciertas enfermedades mentales. Está supervisando ensayos avanzados, y si los resultados siguen siendo positivos, podría autorizar su uso terapéutico en los próximos años. Por otro, grupos conservadores presionan para mantener la prohibición total, argumentando riesgos de «turismo psicodélico» si sólo se legaliza el uso terapéutico.
La industria del cannabis, por su parte, observa con interés. Grandes empresas ya están invirtiendo en start-ups de psicodélicos, anticipando un posible mercado terapéutico multimillonario. Sin embargo, activistas temen que se repita el modelo corporativo que desplazó a pequeños productores en la era del cannabis.
El factor generacional
Las encuestas muestran una brecha generacional en la percepción de los psicodélicos. Mientras el 58% de los californianos menores de 40 años apoyan la despenalización (según el Instituto de Política Pública de California), los votantes mayores siguen mayoritariamente cautelosos. Esta división sugiere que el cambio podría acelerarse en la próxima década, a medida que evolucionen las actitudes sociales.
Muchos activistas ven en Oregón el modelo a seguir. Su programa regulado de psilocibina, que combina centros autorizados con estrictos protocolos de seguridad, está proporcionando datos valiosos. Si este sistema demuestra ser efectivo y seguro para 2025, podría inclinar la balanza en California.
Sin embargo, persisten preguntas clave: ¿Aceptarán los californianos un modelo exclusivamente terapéutico, o insistirán en la libertad personal que defendía la SB 58? ¿Podrá el estado encontrar un equilibrio entre acceso médico y prevención de riesgos? Las respuestas a estas preguntas definirán el futuro de los psicodélicos en el estado más poblado de EE.UU.
San Francisco despenalizó los psicodélicos en un gesto histórico que parecía marcar el inicio de una nueva era, pero el veto estatal de California truncó ese impulso prematuramente. Aunque la medida local sigue técnicamente vigente —permitiendo cierta tolerancia en la ciudad—, el freno a la SB 58 dejó el avance en un limbo legal. Sin embargo, el debate no ha muerto: la ciencia sigue respaldando su potencial terapéutico, las ciudades pioneras mantienen su enfoque progresista y la presión social no cesa.