La mayoría de las casas cuenta con una pequeña despensa o armario para guardar ciertos alimentos, además de la nevera. En estos lugares, depositamos los productos que posteriormente se van a ingerir. No obstante, si pasa el tiempo y no consumimos la comida, aparece el moho para cumplir con su función vital. Pero, ¿Qué es el moho?
Se calcula que el moho existe desde hace cientos de miles de años, y se encuentra en todos los continentes del mundo. Muchas veces indetectable por su reducido tamaño, y en otros casos visible en los hogares, alimentos o el propio cuerpo humano. Es un ser vivo desconocido para muchas personas, pero que ha acompañado a la especie humana durante toda su historia, y ha sido de gran utilidad para la sociedad.
Según la Real Academia Española de la Lengua (RAE), el moho se define como “nombre de varias especies de hongos de tamaño muy pequeño que viven en los medios orgánicos ricos en materias nutritivas, provistos de un micelio filamentoso y ramificado del cual sale un vástago que termina en un esporangio esférico, a manera de cabezuela”. Este ser vivo, perteneciente al reino Fungi, se desarrolla en cualquier superficie y existen multitud de especies diferentes alrededor del mundo.
Su dominio dentro del reino de los hongos es de Eucariotas, una de las familias celulares con mayor antigüedad de la Tierra. Pueden ser unicelulares y pluricelulares, formando filamentos cubriendo superficies de todo tipo. De la misma forma que los hongos, se reproducen a través de esporas, propagadas por todos lados y listas para sobrevivir en numerosos hábitats. Aguantan las heladas, el frío, la sequedad y el mal tiempo, y las mejores condiciones para este ser vivo es un ambiente cálido con alta humedad.
Hay multitud de subespecies dentro de los mohos, que habitan todo el planeta y se reproducen a una velocidad impresionante. Dentro de este tipo de hongos, destacan los más comunes y conocidos por la especie humana:
Los diferentes tipos de moho cumplen la misma función que sus familiares los hongos. Se encargan de descomponer la materia, alimentarse de ella y producir materia orgánica aprovechable para el resto de seres vivos. No obstante, su rápida expansión y la colonización de seres vivos y/o espacios puede suponer un problema en algunos casos. La exposición al moho para muchas personas, animales o vegetales puede provocar una infección o intoxicación que puede llegar a ser grave.
Las esporas del moho buscan los ambientes con niveles de humedad altos y clima templado para proliferar. Su aparición es visible en la materia vegetal viva o muerta, alimentos, materiales de construcción, paredes, zonas cercanas a goteras o aires acondicionados. Las personas alérgicas, y aquellas con un sistema inmunológico débil, son especialmente sensibles al moho. Provoca congestión nasal, inflamaciones en las cavidades respiratorias y otras enfermedades infecciosas. Sin embargo, su tratamiento es fácil y sencillo.
Ahora que se sabe qué es el moho y cuál es su función en la naturaleza, es fácil comprender que es de gran ayuda para la especie humana. Actúa como medicamento, protector, descompone los restos y sirve para crear alimentos de gran calidad. Un hongo microscópico que sirve de gran ayuda al resto de reinos (vegetal y animal) en su día a día.